En estos tiempos algunos sacan su vena emprendedora y valiente, lanzándose a la aventura de nuevos proyectos, en lugar de esperar de brazos cruzados a que alguien les haga llegar sus propuestas. Y eso es lo que hicieron Alberto Puraenvidia y José Martret, alquilaron una casa oscura y decadente en el madrileño y castizo barrio de Lavapiés (que habia sido la casa de una portera, el local de un grupo anarquista y una casa patera para inmigrantes sin techo), reunieron a un grupo de amigos actores y se lanzaron a montar un teatro que en poco tiempo se ha convertido en un referente en la capital.
El 8 de marzo (que buena fecha para un estreno) de este año estrenaron "Ivan-Off", una versión del clásico ruso en la que 25 espectadores siguen la acción en dos habitaciones de 20 metros cuadrados, y unos meses despues tienen 4 obras en cartel, fruto de las propuestas recibidas por varios directores y una insólita afluencia de público con listas de espera de varias semanas para comprar las entradas.
Esta pequeña casa-teatro con una propuesta original y arriesgada ha dado en la diana. ¿Las claves de esto? Calidad, talento y arte, que surgen de unos intérpretes capaces de convertir la obra que representan en una experiencia conmovedora en la que el público llora y ríe continuamente.
Y rara es la semana que no aparece por allí un actor famoso, un cantante conocido, un director de cine o un prestigioso escritor. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, declaró cuando estuvo allí que había asistido a "dos horas de nihilismo ruso impresionantes".
Una vez más se demuestra que cuando hay arte de verdad se combate mejor la crisis.
Para más información: http://lacasadelaportera.com/
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